viernes, 3 de mayo de 2013

Correr bajo la lluvia



El primer paso consiste en adaptar tu equipamiento a las condiciones propias del tiempo. La ropa que utilices debe estar en consonancia con las pautas de la intensidad de la lluvia y la duración del entrenamiento. En casos de precipitaciones moderadas, tu vestimenta puede estar compuesta por:


-Cortavientos impermeable pero al mismo tiempo que sea transpirable.


-Evitar las rozaduras. La protección de las zonas más expuestas es primordial, ya que la ropa mojada tiene un mayor peso, lo que puede provocar un mayor número de irritaciones. Un buen remedio puede ser usar vaselina en las zonas más propensas a las rozaduras.


-No te abrigues en exceso. Por más ropa que lleves, no vas a lograr evitar la caladura y mantenerte seco. Como hemos dicho, la ropa mojada incrementa su peso, lo que resulta más incómodo y favorece las irritaciones en la piel. Con una camiseta normal o térmica y el cortaviento será suficiente. 


-Ropa visible. Si llevas ropa clara, e incluso con bandas reflectantes mejor que mejor. Especialmente si sueles correr por el asfalto de la carretera. Te harás más visible para los conductores.


-Llevar gorra. Es un complemento que te puede venir muy bien para que el agua de la lluvia que te caiga por la frente no te impida tener una buena visibilidad.


-Calzado adecuado. Es un apartado importante para correr tanto en seco como en mojado. Sin embargo, cuando llueve, las zapatillas deben aportarte una mayor sujeción y estabilidad para evitar las caídas.


-No olvides la hidratación. Aunque llueva, y estés empapado por todos los costados, tu organismo, a través del sudor, perderá la misma cantidad de líquidos como si corrieses en seco, por lo que debes beber sin esperar a tener la sensación de sed.


-A resguardo de las tormentas. Sobre todo si tienes costumbre de correr por el monte. Lo más aconsejable es alejarse de las zonas arboladas para evitar males mayores por culpa de los rayos. 


Una vez concluida la sesión de entrenamiento, tampoco olvides la tanda de estiramientos. Eso sí en un sitio cubierto. Acto seguido debes quitarte la ropa mojada y ducharte lo más rápido posible para quitarte la humedad de encima. 


Y por último, presta el cuidado necesario a tus zapatillas. Saca la plantilla para que ésta se seque por separado, y trata de que la humedad no se acumule, ya que puede deformar la zona interior de las zapatillas, además de ser fuente de malos olores. Una vieja técnica casera pero efectiva consiste en rellenarlas con papeles de periódico para favorecer un secado más rápido.

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